Cuando se aspira coca en el cine, ¿qué se aspira de verdad?
Un director de cine es un señor que intenta hacer real una historia sacada de la imaginación de unos guionistas (o de la suya propia). No vale sólo con tener buenos actores y que el lenguaje del libreto sea verosímil. Los efectos especiales también forman parte de los recursos que hacen la historia más creíble. Lejos queda ya el bote de ketchup para simular la sangre o el maniquí que salta por los aires cuando al protagonista le ponen una bomba en el coche. Al igual que las heridas de bala surgen al explosionar pequeñas bolsas de sangre artificial en el cuerpo de los actores, las drogas en el séptimo arte también tienen su truco. El encargado de elaborar la receta de los narcóticos falsos es el director de arte. Simular un porro, una raya de coca o unas metanfetaminas está entre las tareas de quien vigila el decorado. Pero, como dice el refrán, cada maestrillo tiene su librillo (de papel de fumar). La principal sustancia que rodea la trama de El Niño es la cocaína, una drog